Aquel que me conozca sabrá que en mi opinión la fidelidad, tal y como la entendemos en nuestro tiempo, está equivocada en su planteamiento, y sobrevalorada en su importancia relativa a mantener unida a una pareja.
No voy a tratar de reclutaros, en las próximas líneas, en las filas del libertinaje y la promiscuidad. Ni mucho menos es ese mi fin. Pero sí que voy a tratar de transmitiros una idea clara del error con el que nos encontramos cuando escuchamos frases como: “Yo soy fiel en pareja”, refiriéndose a la idea de no mantener relaciones sexuales con otras personas. Vamos a tratar de aplicar luz en una oscuridad, trenzada de culpabilidad y mentira, arrastrada por generaciones, que ha destruido muchas uniones basadas en el amor, simplemente porque siempre las pobres ovejitas emocionales que somos, hemos preferido ceñirnos a los “valores”.
La fidelidad proviene del latín “fidelĭtas, -ātis”, y tiene dos significados estrictos.
1 - Lealtad, observancia de la fe que alguien debe a otra persona.
2 - Puntualidad, exactitud en la ejecución de algo.
Vendría a significar lealtad, cumplida adhesión, observancia de la fe que uno debe a otro, verdad, sinceridad, constancia en los afectos y en el cumplimiento de sus obligaciones; en definitiva, denota a aquel que cumple sus promesas y por ello se muestra digno de confianza.
Como podéis observar, no existe ninguna alusión a términos conyugales, o contratos verbales de no intrusión en cuerpos ajenos al de la pareja. Como mucho, podríamos extrapolar la fidelidad a la “promesa” que se hacen dos personas de no acostarse con otras mientras dure su relación. Y esta promesa estaría muy bien, si no viniera mediatizada por la voz enraizada en nuestra cultura que hace que se de por supuesto que sin esta malinterpretada fidelidad, una pareja no puede serlo.
Hemos de relativizar, y de esta manera comprender, la versión que soportamos del modelo de vida en pareja, y que arrastramos desde hace 2000 años. Curiosamente, desde que todo este seguimiento religioso a un señor que se erigió en hijo de Dios, y que hizo ver a sus fieles que multiplicaba peces, además de poderse reencarnar se fue instaurando en occidente. Teniendo en cuenta que esta gente comía pan y bebían vino de 40º, es como si nuestras normas morales, de lo que está bien y lo que está mal, para nuestras próximas generaciones, las fueran a dictar Pocholo, y Michael Jackson (RIP).
Todo Desaparece. El amor, los árboles, la roca, el acero, el plástico… los seres humanos. Nada ni nadie permanece para siempre. Podemos dar gracias que cuando un cuerpo se frota con el otro, explota con el suficiente placer para que olvides por un minuto que solo somos un montón de cenizas que camina. Si eres fuerte, el sexo te libera, si eres débil te convierte en carnaza de culpabilidades.
Me gustaría terminar este breve texto haciendo hincapié en que el equilibrio y la versatilidad son las claves de la pareja. No he pretendido con este escrito que el mensaje sea distinto para parejas heterosexuales y homosexuales.
La razón es simple.
Los heterosexuales ya se ven envueltos desde críos en un mensaje parecido al que he descrito. Y la culpabilidad, los fracasos, y la apatía copan su vida… cuando no lo hacen el engaño continuado, o la tolerancia infelizmente aceptada (Teniendo en cuenta que estudios de la Universidad de California aseguran que un 70% el porcentaje de hombres, son infieles en su vida de pareja).
Con los homosexuales, la fidelidad aplicada es aún mucho más vergonzosa, no tanto en su manifiesta hipocresía, como en su génesis. Los Gays y Lesbianas de nuestro tiempo han tratado, imitando comportamientos, cultura, y convicciones heterosexuales, ser normalizados, hacerse un hueco en una sociedad que, en teoría te deja adherirte a ella, si sigues sus premisas. Es escandalosa la tasa de promiscuidad homosexual. Lo es tanto como el nivel mentira necesario para mantener un sistema de pareja, que ya se ha comprobado que no funciona, que es obsoleto, que tiene muchas fisuras, y una de las más importantes es la fidelidad.
Os voy a hablar de una pareja que tiene 25 años de vida. Se conocieron con 22 y 24. Atravesaron muchas dificultados. Uno trabajaba para que el otro pudiera estudiar. Y después lo hicieron al revés. Sus contemporáneos no daban ni un duro por ellos, no creían que fueran a sobrevivir a la incipiente entonces homosexualidad que se vivía en España, y en medio de la “movida madrileña”. Se respetaron, se amaron, crecieron juntos, personal y profesionalmente, y hoy son felices. Os puedo asegurar que son un modelo para mi. Y, sí, es cierto, se acuestan con otras personas. Pero encarnan con pasión el significado más extenso de FIDELIDAD.
Edgar RG
jueves, 30 de julio de 2009
domingo, 26 de julio de 2009
¿Es la promiscuidad sentimental la neurosis de nuesto tiempo?
Estimados amigos, quiero haceros llegar una reflexión.
Trata sobre lo que me he encargado de denominar PROMISCUIDAD SENTIMENTAL.
Quiero que nos planteemos no girar la cabeza hacia otra parte, cuando estamos sufriendo, llevados como un rebaño de ovejas, de la mano de la moralidad establecida, la infelicidad tolerable que supone la promiscuidad emocional.
Hasta hace poco, de una manera u otra, acostarse con varias personas en intervalos de tiempos relativamente cortos, era una práctica sobre la que no había tapujos. Se era, o no se era promiscuo. La sociedad nos explicó, sin evidencias, como lo hace siempre, que esta era una práctica reprobable. Y hemos diseñado, de nuevo movidos por la necesidad de inclusión en los parámetros de lo socialmente aceptable, una nueva manera de relacionarnos.
Actualmente sí vemos con buenos ojos que tengamos sexo con personas con las que hemos cenado, charlado, tomado un café, y visto más de dos veces. Nos involucramos emocionalmente lo justo para que el sex sea lícito, pero sin llegar a ser salpicados por el charco del compromiso. Resulta que cuando llegamos al sexo, ya hay cosas que tenemos en común, y en ese momento "NO ESTAMOS SIENDO PROMÍSCUOS".
Señores, señoras, sí estamos siéndolo. Estamos llevando nuestro cuerpo y nuestra alma a la espiral negativa de la promiscuidad afectiva. Además. en realidad, esta interactividad sentimental y emocional está socavando la autoestima, y la salud mental de las personas que la practican. ¿A cuántos hemos escuchado tener una media de 6 novios al año? ¿Los hemos llegado a tener nosotros?
Si te preguntas la razón de que un chico te caiga bien, compartas cosas con él, pero te haya aburrido el sexo después de 4 polvos... amigo, has caído en la trampa. Has practicado sexo socialmente lícito, pero emocionalmente desequilibrante.
Volvamos a la verdad. Hagamos sexo anónimo. O bien a hagamos el amor. Pero no nos hagamos más daño practicando sexo “socialmente aceptable”.
Edgar RG
Trata sobre lo que me he encargado de denominar PROMISCUIDAD SENTIMENTAL.
Quiero que nos planteemos no girar la cabeza hacia otra parte, cuando estamos sufriendo, llevados como un rebaño de ovejas, de la mano de la moralidad establecida, la infelicidad tolerable que supone la promiscuidad emocional.
Hasta hace poco, de una manera u otra, acostarse con varias personas en intervalos de tiempos relativamente cortos, era una práctica sobre la que no había tapujos. Se era, o no se era promiscuo. La sociedad nos explicó, sin evidencias, como lo hace siempre, que esta era una práctica reprobable. Y hemos diseñado, de nuevo movidos por la necesidad de inclusión en los parámetros de lo socialmente aceptable, una nueva manera de relacionarnos.
Actualmente sí vemos con buenos ojos que tengamos sexo con personas con las que hemos cenado, charlado, tomado un café, y visto más de dos veces. Nos involucramos emocionalmente lo justo para que el sex sea lícito, pero sin llegar a ser salpicados por el charco del compromiso. Resulta que cuando llegamos al sexo, ya hay cosas que tenemos en común, y en ese momento "NO ESTAMOS SIENDO PROMÍSCUOS".
Señores, señoras, sí estamos siéndolo. Estamos llevando nuestro cuerpo y nuestra alma a la espiral negativa de la promiscuidad afectiva. Además. en realidad, esta interactividad sentimental y emocional está socavando la autoestima, y la salud mental de las personas que la practican. ¿A cuántos hemos escuchado tener una media de 6 novios al año? ¿Los hemos llegado a tener nosotros?
Si te preguntas la razón de que un chico te caiga bien, compartas cosas con él, pero te haya aburrido el sexo después de 4 polvos... amigo, has caído en la trampa. Has practicado sexo socialmente lícito, pero emocionalmente desequilibrante.
Volvamos a la verdad. Hagamos sexo anónimo. O bien a hagamos el amor. Pero no nos hagamos más daño practicando sexo “socialmente aceptable”.
Edgar RG
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