miércoles, 26 de agosto de 2009

¿Es “TENER LAS COSAS CLARAS” el Conditio Sin Equa Non de nuestras relaciones personles?

“Hola, chico de 30 años, busca chaval con buen físico, que se cuide, simpático, agradable, cariñoso…. Y con las cosas claras”

 

Amigos, alucino. Es ingente la cantidad de mensajes de contactos que tienen este estilo. Y yo me pregunto: ¿Qué querrá decir este chaval, con “las cosas claras”?

 

En algún momento, casi todos vosotros, incluido yo mismo, hemos pronunciado esas palabras. Creo que es su sentido más amplio, la idea no es mala. Me explicaré. Creo que en la vida todos tenemos objetivos, más o menos ambiciosos, a todos los niveles: afectivo, emocional, económico, social. Nos hacemos una idea de cómo nos gustaría ser, y después trabajamos en que la realidad se parezca todo lo posible a lo que definimos como nuestros sueños.

 

Tener las cosas claras no es más que saber donde quieres estar dentro de una semana, de un mes, de dos años, de 10 años. O también puede ser la cercanía del mundo real que vives, al mundo en el que quieres vivir. O sea, estar haciendo en el presente, lo que quieres, necesitas y te motiva hacer.

 

Creo que no hay mucha complicación, si tratamos de reflexionar sobre lo claras que tiene las cosas, una persona, en un momento determinado, sobre unos temas determinados.

 

Ahora viene lo complicado. En un enfoque tras-generacional, es decir, cuando tres generaciones se reúnen en el foro de las relaciones interpersonales, los de 20, los de 30 y los de 40, por ejemplo, aparecen dificultades.

 

Voy a tratar de enfocar este tema desde tres aspectos: “las convicciones, la tolerancia, y los prejuicios”.

 

Quiero que comprendáis que hablo de esto de una manera muy personal. Tratando de no hacer afirmaciones categóricas, pero comprendiendo que esta reflexión es fruto de mi interacción con otras personas… y eso la hace limitada.

 

Todos somos diferentes. Cuando conocemos otras personas, lo que nos hacer indagar, tener curiosidad, y acercarnos son, tanto las cosas que nos hacen parecidos, como las que no tenemos en común. Y a poco que esté leyéndome gente con inquietudes, entenderá a lo que me refiero.

 

Estas diferencias son lo que nos hacen grandes como sociedad. Pero hay dos tipos de diferencias, las sociales, y las emocionales. Cuando dos personas no se saben amar, no suele funcionar. Están educados para amar de manera distinta. Ahora bien, cuando se aman, y luchan, es cuando sintonizan y toleran el resto de dificultades. De eso se trata una relación que sea enriquecedora para ambos.

 

En el centro de este POST está el momento antes de conocer a la persona que tienes delante, lo justo para dar el paso a conocerla de verdad, o echarte atrás temeroso de perder el tiempo.

 

Habitualmente desde los 20 sabemos donde nos queremos dirigir. Podemos tardar más o menos, pero todos lo solemos conseguir. Cuando el chico del principio, el del ejemplo, conoce a un chico de 40, se asusta, porque normalmente el de 40 ya ha llegado a la meta, y ahora está disfrutando, y el de 30 está a medio camino, pero no quiere que le enseñen como llegar. Prefiere descubrirlo él solo.

 

Ahora bien, el de 20 tiene muy claro donde llegar, pero no sabe qué camino escoger, su abanico es mucho más grande que el del de 30. Y un chico de 40, cuando conoce a un chico de 20, le suele llamar “niñato”, porque piensa que esté perdiendo el tiempo con él. Está ciego ante la posibilidad de haber encontrado a un ser muy bello, porque no recuerda cómo era su vida de errática y tambaleante a su edad… “No es tolerante”.

 

Podría poneros muchísimos ejemplos de situaciones en las que dos personas han perdido la oportunidad de conocerse víctimas de su intolerancia, su rigidez en sus convicciones, su miedo a perder el tiempo, y sus prejuicios… pero dejaré que vosotros mismos penséis en los ejemplos que bombardean vuestras vidas.

 

El secreto para que la interacción generacional tenga éxito es no aferrarse a convicciones como a un clavo ardiendo, ya que lo que hoy crees que está mal, mañana puede parecerte bien. Tolerar que la persona que tienes delante, tenga una percepción  sobre la vida y costumbre diferente a la tuya. Y evitar los prejuicios que puedas tener sobre los diferentes estratos sociales, edades, géneros, foros de encuentro… para conocer el alma de la persona que tienes delante… que el lo único claro que tenemos todos. Comprended esto, el Alma, no tiene credo, religión, sexo, dinero, situación social o laboral, está limpia de todas estas invenciones que hemos hecho para declararnos diferentes… el Alma es la que nos hace iguales, y ávidos de compartirnos.

 

Os invito a abrir vuestros corazones, y vuestra mente, ya que son como un paracaídas, funcionan mejor abiertos.

 

Y os invito a reflexionar sobre qué cosas tenéis claras y qué cosas no, y a flexibilizar al máximo los caminos que os lleven a acercar vuestra realidad a vuestros sueños… ya que los caminos flexibles son más sencillos de transitar que los caminos rígidos.

 

Un saludo.

 

Edgar RG